Escrito por María Gabriela Hernández Del Castillo, Abogada.
Monagas, Agosto 2014, para Ideas, Red de Voluntad Popular.
Quienes ansiamos y lideramos un cambio político en Venezuela, tenemos que pasar por el cuestionamiento de la necesidad de las Fuerzas Armadas Venezolanas y la “transmutación sufrida… como parte de la regresión democrática”[i] durante los últimos 15 años, que la condujo de lo Profesional a lo Miliciano[ii].
Países económica y geopolíticamente menos aventajados que Venezuela han logrado superar sus crisis como sociedades, haciendo ahínco en una política educativa y en el fortalecimiento de políticas de Paz. Ello de la mano de la progresiva desaparición de sus cuerpos militares armados.
La Constitución Venezolana de 1999 facilita ese camino cuando en su artículo 3 conceptúa La Paz como fin esencial del Estado y en su artículo 13 conceptúa al espacio geográfico venezolano como zona de paz. Aunque los propios impulsores de la Constitución, con argumentos de proteger las riquezas, hayan ejecutado lo contrario con la indiscriminada y criminal compra de armamento y equipamiento militar para ser usado contra nuestros connacionales y en amenazas a Estados democráticos vecinos.
En este cuestionamiento personal que hago, me coloco sobre el rol de madre y gerente de hogar. Nuestros hijos, nacidos en estos últimos 20 años, son extraños al mundo militar, ahora miliciano. Sus inquietudes y sueños vuelan por las redes sociales, la música, las ciencias y las artes. Y ello no distingue clases sociales ni inclinación política. El joven de Boca del Río en Nueva Esparta como el de cualquier pueblo andino o llanero, buscan con venezolana picardía, la hora, la altura y el punto donde colocarse con sus equipos para conectarse a una red que los lleve a su mundo. Nuestros hijos, nacidos en estos últimos 20 años, a pesar del criminal intento de hacerlos de pensamientos bélicos y resentidos sociales, a través de la ideologización de la educación, son niños y jóvenes no inoculados por el odio, pero que sí requieren de certidumbre y de la actuación de sus mayores para detener la destrucción del país.
Estas generaciones que crecieron extrañas a lo Militar, desconocen incluso la transmutación sufrida y los peligros que ello entraña.
Es por ello, que sin tabúes, pudor ni recriminación a sus profesionales, hoy en su mayoría de baja o camuflados en ese entuerto miliciano, debemos hablarnos como sociedad y cuestionarnos la necesidad de Fuerzas Armadas en Venezuela.
¿Para qué las requerimos? Para la defensa del Estado? ¿Para la defensa contra quien? Hoy el principal opresor y violador de nuestra libertad, vida y soberanía es el criminal de cuello blanco o no, que recorre con sus drogas, armas y corrupción el territorio venezolano, muchas veces vestido de verde militar. ¿Entonces? Si requerimos una organización profesional armada, no necesariamente militar, es en nuestras fronteras, para poblarlas y evitar que los asesinos que la acechan ingresen con sus fechorías a nuestro país. Si requerimos una organización profesional armada no militar, es en nuestros cuadros policiales para combatir el tráfico de drogas, flagelo que afecta a la familia venezolana entera y es causa fundamental de los niveles de criminalidad que hemos vergonzosamente alcanzado en los últimos años.
Planteémonos, dentro del marco de la transformación del Estado, la supresión de las Fuerzas Armadas Bolivarianas dando por hecha la tarea exitosa del Gobierno actual en destruir su profesionalismo.
Planteémonos, dentro del marco de la transformación del Estado, que los recursos humanos y estructurales de lo que queda de las Fuerzas Armadas se incorporen a la tarea realmente transformadora, la Educación.
Son dos generaciones enteras de venezolanos que desconocen y no logran sintonía con lo que existe hoy por Fuerzas Armadas Bolivarianas, para quienes resulta hoy poco más que una clase de extraños y retrógrados.
Planteémonos, dentro del marco de la transformación del Estado, conducir a Venezuela por caminos verdaderos de Paz, en cumplimiento de sus fines esenciales. Para ello requerimos adaptar nuestra Constitución. La justificación de ese cambio se gestó en este Gobierno, solo debemos culminar el trabajo.
Mientras nos hacemos el cuestionamiento, irónicamente, un amigo, hijo, esposo, padre y venezolano ejemplar, Leopoldo López, se encuentra expectante en una cárcel militar, con Fe infinita en un Pueblo que ama.
[i] Machillanda, J. Del Profesionalismo Militar a la Milicia. Caracas, 2010
[ii] El militar pasa a operar como activista político…desdeñando su condición de apresto operacional limitando la capacidad militar del Estado. Se reconoce una vulnerabilidad mayor en la seguridad militar…y además en el espacio del olvido queda todo aquello que significa la Defensa del Estado.